Publicado en el primer número de la revista Blow-Up – Film And Visual Arts
New Improved Institutional Quality: In The Environment Of Liquids And Nasal A Parasitic Vowel Sometimes Develops (1976) de George Landow es una relectura irónica y ampliada de su propio filme Institutional Quality (1969). Siete años separan las dos piezas. Tiempo suficiente para que el cineasta -–también conocido como Owen Land– desmonte sus propias credenciales artísticas, dando una vuelta de tuerca más al componente sarcástico presente en el primer título. Estos dos trabajos del realizador norteamericano ejemplifican su postura antiromántica respecto a la práctica experimental, su mirada crítica en relación al “visionary film” encumbrado por el teórico P. Adams Sitney, principalmente, a través de la poética mitológica del cineasta Stan Brakhage (1). George Landow es, junto a Robert Nelson, uno de los artistas más insistentes en desacreditar, desde su interior, los mecanismos de legitimación estética del cine experimental, con una voluntad autocrítica que acude indistintamente a un humor anguloso hecho de planteamientos visuales ingeniosos o a una ambigüedad formal de raíz metacinematográfica con trasfondo postmoderno.
El nexo común de estas dos producciones es el hecho de proponer una construcción fílmica desarrollada a modo de parodia de los test pedagógicos (2). Para hacerlo George Landow se sirve de una cinta magnética ajena que incluye la grabación de una voz instructiva, destinada a plantear una prueba de ámbito educativo que evalúe la comprensión auditiva del oyente. Esta banda sonora encontrada es el desencadenante de dos filmes que son de los pocos existentes en la tradición del cine experimental cuyo origen sea la reutilización completa de un artefacto sonoro apropiado, ya registrado, debidamente descontextualizado de principio a fin (3). Su nueva finalidad es diametralmente opuesta a la original, de modo que el principio metodológico que rige el filme es una operación de détournement, un desvío sufrido por el objeto acústico. En una entrevista a Mark Webber, George Landow explica el origen del filme: “this began with a found object too, the soundtrack, wich was an audio tape I had inherited from a former schoolteacher” (4). A partir de este reciclaje sónico el cineasta configura un montaje de planos con elementos figurativos filmados por él mismo, estructurados como una celebración lúdica de lo absurdo.
Institutional Quality empieza con la imagen de una mujer y una voz femenina –no sincronizada– explicando que lo que se va a escuchar a continuación es un test sobre cuán bien puede uno seguir las indicaciones. Seguidamente comenta que no es un test sobre lo bien que el oyente puede contestar preguntas o asimilar ideas. La retahíla de órdenes que siguen a partir de este momento son una interpelación directa al espectador: “do exactly what I tell you”, “do not ask questions”, “do not guess”, “do not worry”, “do not look at the picture”, “listen carefully to the first problem”. La explicación inicial sobre el seguimiento de las instrucciones es la única argumentación coherente del filme. Tras ella, un cúmulo de ejercicios irrealizables -–intentados por una presencia humana puesta a prueba, situada en fuera de campo– van escuchándose sin solución de continuidad. El hecho de que el espectador se identifique con el sujeto que trata de llevar a cabo, infructuosamente, esta serie de operaciones recitadas por la voice over, permite englobar la película bajo la noción de participatory film (5). Las discrepancias que se establecen entre los sonidos y unas imágenes que, supuestamente, deberían responder a los imperativos planteados, aumentan secuencialmente a lo largo de las catorce escenas independientes que forman el filme. Las instrucciones del filme, ilógicas y contradictorias, favorecen las dudas y la confusión tanto del oyente-espectador como de la presencia de aquel que se dispone a hacer el test. Para Paul Arthur esta operación niega la identificación emotiva y unidireccional del cine de ficción habitual revelándose como una fricción colaborativa, “a tension, an active dialogue with its observer in the form of anticipating on-screen movement and the figuring of contradictory information” (6). Este proceso de interpelación reclama la atención del espectador invitándolo a anticiparse en la resolución de cada uno de los problemas planteados.
George Landow cuestiona así la relación existente en el cine narrativo –tanto en la ficción como en el documental– entre el montaje de imágenes y los argumentos verbales añadidos en off durante la fase de postproducción. Esta relación de dependencia de las imágenes respecto al texto verbal queda problematizada al extremarse sus diferencias semánticas hasta límites inconcebibles. Colocando la distancia entre el mensaje, el código, el emisor y el receptor en el centro del debate, Insitutional Quality plantea la incomunicación a través de la incongruencia informativa. Interrogando el lenguaje en paralelo a la representación visual, George Landow hilvana un diálogo imposible entre la dimensión sonora y la superficie visual para cuestionar la autoridad mediante un despliegue de recursos hilarantes que acrecientan su ironía a medida que el poder omnisciente del discurso verbal queda contrarrestado por unas figuraciones disociadas. Estos desencuentros entre el binomio sonido/imagen producen un caos que desequilibra su homologación cultural. La cualidad institucional que anuncia el título queda resuelta como un filme educacional imposible –un “instructional film”– que pone en duda los mecanismos pedagógicos de las normas pronunciadas. Las instrucciones explicitadas por esta voz en off femenina generan una paradoja que permite comprender una de las lógicas del filme: el grado de importancia que adquiere la voz cuya fuente sonora se desconoce, sumada al poder de persuasión que reclama, contrasta con la imposibilidad de actuar según sus dictámenes a raíz de la discrepancia entre la enunciación y el contexto en el que se manifiesta. Sin duda el filme es una crítica implícita a la autoridad, hecha desde el humor, que pone en evidencia la inutilidad del poder cuando trata de imponerse fuera de su hábitat natural.
Este homenaje explícito a la malinterpretación que suelen suscitar ciertos ejercicios de aprendizaje queda ampliado en la segunda pieza didáctica de George Landow. Tanto una como otra articulan un sinsentido estructurado entre la escucha de un monólogo autoritario disparatado y la visualización de un intento, inútil, de seguir las instrucciones al pie de la letra. Su filme posterior sigue un patrón sonoro similar pero está mucho más elaborado, tanto en su nivel visual como en su poso conceptual. Las escenas filmadas en platós cinematográficos rigurosamente iluminados alcanza un grado de sofisticación que sugiere un minucioso trabajo de preproducción, especialmente en relación a la decoración de escenarios y el uso de objetos expresamente creados para la obra.
En New Improved Institutional Quality: In The Environment Of Liquids And Nasal A Parasitic Vowel Sometimes Develops el realizador ensancha el componente humorístico -–no solo en el título– añadiendo referencias patéticas a algunos de sus filmes anteriores más emblemáticos. Al representar de modo ridículo una de las situaciones más significativas de su filme Remedial Reading Comprehension --(1970) –aquella en la que un hombre corre de noche por unos bosques, mientras aparece escrito el lema “This Is A Film About You”-– y escenificar una simulación de la china girl presente en su pieza minimalista Film In Wich There Appear Edge Lettering, Sprocket Holes, Dirt Particles, Etc (1966), George Landow cuestiona sus logros artísticos anteriores, estudiados en su momento como epítomes del cine estructural. Aquí Art Gower interpreta al oyente evaluado, que se dispone a seguir las instrucciones del mejor modo posible. Un primer plano de su rostro, escuchando detenidamente las instruccion y mirando a cámara, facilita la implicación del espectador que atiende los imperativos verbales (7).
El proceso de numeración que sigue a continuación introduce el cuerpo de Gower en escena, mientras escribe números sobre los objetos indicados. Un inicio más o menos plausible da lugar a unas normas caóticas, impuestas en el test. A los pocos segundos de recibir las primeras consignas el protagonista hace gestos de desaprobación, muecas a cámara que manifiestan su incomprensión ante un discurso plenamente arbitrario (8). Las frases desvelan contradicciones que quedan visualizadas mediante relaciones distorsionadas, insertos sorpresivos y actuaciones anárquicas, completamente fuera de lugar. Cada uno de los espacios representados demuestra una ligera semblanza con las instrucciones, pero la imposibilidad de llevar a cabo esas acciones de modo correcto convierten el filme en un ensayo sobre la sinrazón que, inevitablemente, provoca desazón.
En este proceso de desobediencia justificada se plantea una crítica a los dominios de poder. Entender el razonamiento impuesto por Landow en su construcción fílmica es uno de los motivos expresos de un trabajo que se puede percibir como un ejercicio de comprensión. Las informaciones contradictorias que se van verbalizando permiten elucubrar de qué modo se resolverán las acciones posteriores por parte del protagonista. Imaginar el nivel de incoherencia que se puede alcanzar en la esfera acústica es uno de los estímulos principales que se pueden recibir durante su visionado. Así el sonido, la imagen y la audiencia tienen un papel activo en una reflexión a tres bandas que está a medio camino del cine cómico y del cine como instancia teórica sobre el medio. En cierto modo el filme se puede leer como heredero de la crítica institucional característica del arte conceptual de la época, aquella que arremete contra las políticas de los agentes culturales que homologan sus manifestaciones.
Como bien afirma Patricia Mellencap, “for Land, after meticulouse artistry, the joke is everything” (9). Se trata de un tipo de broma sutil, ocurrente e inconexa. Con un componente kitsch -–sugerido por la cotidianeidad doméstica de los elementos representados– y una toque camp –ejemplificado en los estampados del papel de pared– Landow halla la superficialidad simulando una estética Pop ciertamente inquietante. Para Mellencap “his films depict simulations of simulations of “real” life that become increasingly fantastic and elaborate productions” (10). La fantasía queda visualizada con relaciones de escala inusuales, disfraces extravagantes y acciones estrafalarias que denotan el grado de incomprensión alcanzado. Son dos tests legibles que al trasladarse a la representación cinematográfica desautorizan la voz en off, resolviéndose bajo lógicas ininteligibles donde actuaciones esperpénticas parodian la práctica fílmica experimental sin dejar de cuestionar el poder ilusionista del medio visitando dimensiones oníricas de cariz autobiográfico.
Notas:
(1) SITNEY, P. Adams, ‘Major Mythopoeia en Visionary Film. The American Avant-Garde 1943-1978. Nueva York: Oxford University Press, 1974. Segunda edición 1979. p. 173-227.
(2) Un de los pocos precedentes de estos dos filmes sería la película Rebus-Film Nr 1 (1925) una pieza dirigida por el alemán Paul Leni que, bajo un planteamiento ciertamente naïf, pone a prueba el conocimiento del lenguaje por parte de un espectador que debe solucionar, mentalmente, un crucigrama.
(3) The Song of Rio Jim (1978) de Maurice Lemaître y 133 (1978-79) de Eugènia Balcells y Eugeni Bonet serían otros de los filmes que parten de un materia sonora encontrada para estructurar la realización fílmica.
(4) WEBBER, Mark. Two films by George Landow. Londres: Wallflower, 2006. p. 118.
(5) Como indica Tom Gunning “the participatory film is in some way a film about “you”, the audience watching it”, aspecto que comenta al destacar el filme Remedial Reading Comprehension del mismo George Landow que, según él, “calls into question the process of filmviewing itself, and invites us to explore its ambiguities”. GUNNING, Tom. ‘The Participatory Film’ en American Film. Los Ángeles: American Film Institute. Octubre, 1975. p. 81.
(6) ARTHUR, Paul. ‘The Calisthenic Of Vision. Open Instructions On The Films Of George Landow’ en Artforum. Septiembre 1971. p. 77.
(7) A continuación se incluye una transcripción completa de las instrucciones iniciales: “This is a test. It is a test of how well you can follow directions. There’s is a picture on your desk. Look at the picture. It is a picture of the inside of the house. Now listen carefully and do not look at the picture. This is how the test will go. I will tell you to mark something on the picture. Sometimes I will tell you to put a number like three, four or five, on something. Listen carefully and each time do exactly what I tell you. If you do not understand something that I say do not put any mark on the picture, do not ask any questions, just wait for the next thing I will tell you and try to do it. Remember do not guess any answer. You will provably not be able to answer all the questions. Do not worry, just do the best you can. You can see that is very important that you listen carefully, so you will know what to do. I will tell you what to do only twice. You will not be able to ask any questions during the test. If you do not understand something that I say, do not make any mark on the picture. And do not ask your neighbour. Do not scribble on the picture and do not colour the picture. Do not make any mark unless I tell you to. Now listen carefully for the first problem”.
(8) Algunas de las frases imperativas de este test educativo son: “Turn on the television”, “Turn on the lamp next to the couch”, “Put the umbrella away”, “Have some fruit”, “See if your face is clean”, “If the bed is made up put a number 15 on the bed, if the bed is not made up put a number 16 on the bed”, “Find the lady who has drop something”, “Please open the window”, “Answer the telephone”, “Now write you first name and your last name at the bottom of your picture”, “Now put your pencil down”.
(9) MELLENCAP, Patricia. Indiscretions. Avant-Garde Film, Video, & Feminism. Bloomington: Indiana University Press, 1990. p. 78.
(10) Ídem.
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