The Exquisite Corpse (2015) Peter Tscherkassky |
Publicado en Caimán. Cuadernos de cine (Noviembre, 2015)
Una de las características formales más significativas del cine de Peter Tscherkassky es la perpetua vibración de las figuras representadas en sus filmes. El tono evanescente que adquieren los cuerpos visualizados en sus películas no es sólo una opción estética elaborada para enfatizar el carácter fantasmagórico de las presencias proyectadas en pantalla, sino también una propuesta semántica vinculada tanto a los medios tecnológicos utilizados para convocar las imágenes como al juego de miradas psicológico que desencadenan. En sus trabajos más representativos, breves introducciones argumentales recicladas de materiales fílmicos recuperados son pretextos narrativos que sirven para desplegar experimentaciones visuales y sonoras hechas de desarrollos conflictivos anti-ilusionistas. Si el tratamiento acústico de las piezas inquieta por una acumulación repetitiva de resonancias ruidosas, el aspecto óptico perturba por una deformación borrosa de evocación hipnagógica. Son vibraciones perceptivas que van de la figuración a la abstracción, desvelando una pulsión escópica, donde el deseo por mirar queda representado por lo embriagador del cine de terror (Outer Space, 1999), lo siniestro del western (Instructions For A Light And Sound Machine, 2005) y lo estimulante del cine erótico (The Exquisite Corpse, 2015).
Al trabajar con herramientas cinematográficas específicamente analógicas, el cineasta austriaco emplea un acercamiento práctico que parte de dos tendencias artesanales: el uso de metraje fílmico apropiado y el procesado del mismo mediante la copiadora óptica. Estas dos estrategias manuales marcan la pauta de una trayectoria personal indudablemente coherente que, con los sucesivos cambios de formato -–del super 8 al 35 mm-–, atestigua un incremento en la perfección de su técnica. Reciclando fragmentos de películas diversas Peter Tsherkassky propone un acercamiento al found footage tan cubista como expresionista. Desfragmentando la representación realista, multiplicando los puntos de vista y superponiendo recortes fílmicos ajenos, a modo de collage, el cineasta une los logros del cubismo analítico con los del cubismo sintético. Para hacerlo aumenta la tensión de la composición desvelando un tono expresionista personificado en los temblores sufridos por los actores. El estremecimiento perpetuo de unas interpretaciones insertadas en escenas cargadas de suspense, queda resuelto a través de un minucioso control del optical printer. Este artefacto, que facilita la superposición de imágenes coexistentes en la misma composición, le permite concretar un cúmulo de figuras cuyos movimientos incesantes quedan copiados, uno a uno, sobre cada plano. Los protagonistas de estos nuevos montajes quedan agitados por el propio medio que los pone en circulación. Cuerpos espectrales y rostros resplandecientes son interrogados por las perforaciones del celuloide, el nervio horizontal que separa los fotogramas o las formas ondulantes de las bandas sonoras laterales. Al revelar este componente materialista se invoca una fractura, un efecto de distanciamiento que, desde lo táctil, recuerda que nos encontramos ante la proyección de una película. No por casualidad por el realizador designa sus primeras piezas con el término manufraktur.
Outer Space es el segundo trabajo de una trilogía del CinemaScope, completada por Dream Work (2001). Si en este último filme el autor realiza un homenaje explícito a las soluciones cinemáticas creadas por el fotógrafo Man Ray –Le Retour à la Raison (1923)-–; en Outer Space crea un meticuloso análisis del largometraje norteamericano The Entity (1983), dirigido por Sidney J. Furie. La agresión que la protagonista interpretada por Barbara Hershey sufre por parte de un ente invisible que se introduce misteriosamente en su hogar, queda aquí extremada a lo largo diez tortuosos minutos. En esta reducción metafórica, de una ficción cuya historia está basada en hechos reales, el miedo hace acto de presencia de modo hiperbólico mediante un conglomerado de formas parpadeantes que simbolizan la congoja del personaje. La inquietud de la mujer queda resuelta de modo desconcertante, duplicando y triplicando su semblante aturdido. Tras la dilatación temporal de un suspense angustioso, el suceso desemboca en estremecedores impulsos lumínicos acompañados de cacofonías enfermizas. Todo ello sugiere un acto de violación intangible donde las facciones aterrorizadas revelan la imposibilidad de visualizar –y comprender– el origen de la amenaza.
Es con The Exquisite Corpse cuando el propósito vanguardista de aunar reminiscencias narrativas con profundas alteraciones audiovisuales llega a su máxima expresión. El meticuloso proceso de bricolaje fílmico que el cineasta desarrolla en su último trabajo, demuestra su voluntad por relatar, evidenciando la maleabilidad de las imágenes. Partiendo de diferentes metrajes extraídos de películas pornográficas añejas, Peter Tsherkassky emprende un viaje exhibicionista que demuestra su fetichismo por el celuloide y su anhelo por representar incursiones oníricas. Los cerca de veinte minutos que conforman The Exquisite Corpse son un ensayo exhibicionista que experimenta con diferentes técnicas de apropiación para evocar un sueño húmedo. Recuperando la noción de cadáver exquisito inaugurada por los surrealistas en el París de 1925, el autor entremezcla escenas nudistas con primeros planos explícitos. Este montaje por acumulación se inicia con un ritmo pausado escenificado en un ambiente idílico que avanza, gradualmente, gracias a la erótica de unos cuerpos que alcanzan un frenesí bestial de exaltación multiorgásmica. En esta vibrante celebración carnal se intuye la frustración por el antagonismo entre las pulsiones sexuales y las restricciones culturales. Algo que Sigmund Freud analizó metódicamente en El malestar en la cultura (1930) y que Laura Mulvey incorporó para plantear la escopofilia, cuestionando el placer de la mirada del espectador masculino al reducir los cuerpos a objeto erótico.
The Exquisite Corpse (2015) Peter Tscherkassky |
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