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Desmontar la narración de películas comerciales preexistentes ha sido una de las estrategias habituales de la práctica fílmica vanguardista. A principios de los años noventa el reciclaje fílmico alcanza un estatus definitivo gracias al desarrollo en los campos del cine experimental, el vídeo arte, el videoclip y la cultura de clubs -con los mash ups de los VJs-. Hacia 1993 se institucionaliza una estética que admite insólitas formas fílmicas con las que pensar la imagen en movimiento. El cineasta alemán Matthias Müller halla en esta técnica del found footage un modo eficaz para reutilizar imágenes con las que analizar las convenciones de la mirada masculina en los géneros cinematográficos de la industria de Hollywood.
Los estudios de género (gender studies) son una herramienta eficaz para desvelar las normas establecidas en la construcción del imaginario cinematográfico, aquél impuesto por el cine de género norteamericano; ya sea en el drama o el cine negro. El análisis de los factores culturales que determinan las diferencias sexuales en un contexto específico permite cuestionar las construcciones sociales que justifican los comportamientos humanos, en función de sus diferencias biológicas. Desde el campo de los estudios de género herederos de los cultural studies se estudian estas perspectivas para dar a luz nuevos razonamientos que transformen aquellos ya asentados. El cine también ha participado de esta investigación reflexionando sobre la representación del género humano en las películas, a lo largo de la historia. Aquellos realizadores adscribibles al queer cinema han incidido sobre los estereotipos de las representaciones masculinas y femeninas en el cine, transformando las convenciones y proponiendo nuevas visiones sobre su naturaleza. Matthias Müller ha partido de estos intereses para reflexionar simultáneamente sobre las características fílmicas de las películas de género.
Inicialmente Matthias Müller se dio a conocer con un conjunto de títulos vinculados a la reivindicación homosexual. Posteriormente evolucionó hacia las formas del cine lírico y el found footage. Su mirada perspicaz sobre la obra de directores como Douglas Sirk o Alfred Hitchcock le abrió las puertas del mundo del arte, más allá del reducido círculo de la vanguardia audiovisual. Sus películas representan a la perfección esa práctica fílmica que, desde mediados de los años noventa, se exhibe simultáneamente en circuitos internacionales de festivales de cine (experimental, independiente o alternativo, de cortometrajes) y galerías, museos o centros de arte contemporáneo. Por lo que respecta a la escena española esta apreciación se puede comprobar consultando la web de la galería madrileña Distrito 4 -en la que ha expuesto en dos ocasiones- o repasando la programación que el Festival Internacional de Cine de Gijón ha preparado en su 47 edición. Dicisiete películas, escogidas expresamente por el mismo autor, se proyectaran entre los días 19 y 29 de noviembre para ofrecer una visión panorámica de un quehacer fílmico hecho de hallazgos visuales poderosamente connotativos.
Observando la trayectoria del realizador se puede verificar como desde 1983 ha evolucionado tecnológicamente de un cine amateur dirigido en formato super 8 a un cine en 16 mm con el que se ha profesionalizado. Las colaboraciones con Christiane Heuwinkel han dado paso a la presencia de su compañero Christoph Girardet, con el que ha trabajado regularmente desde 1999. Es con la realización en formatos digitales Betacam SP cuando su obra se consolida a nivel artístico. Cuestionando la sobreexposición de la mirada masculina sobre los estereotipos fílmicos es como Müller celebra las posibilidades de relectura de la historia del cine. Reciclando películas producidas en Hollywood durante los años cincuenta –como en el caso de su conocida pieza Home Stories (1990); sobre las constantes de actrices interpretando escenas de suspense-, es como el realizador replantea los géneros cinematográficos, especialmente el melodrama. Con sorprendente habilidad se apropia de un imaginario más o menos reconocible para desvelar las constantes formales que rigen la narración cinematográfica del sistema de estudios. Pero también se sirve de sus propias imágenes: si Sleepy Heaven (1993) rememora un cine de temática homosexual mediante ensoñaciones crípticas e imágenes yuxtapuestas, Alpsee (1994) remite a representaciones utópicas del american way of life con la figura inocente de un niño imaginativo, situado enigmáticamente en un interior cotidiano de diseño retro y colores vistosos. Con los 15 minutos de Pensão Globo (1977) y los otros tantos de Vacancy (1998) visita las ciudades de Brasilia y Lisboa, respectivamente, para recorrer sus escenarios y ambientes, invocados aquí como paisajes mentales hechos de dobles exposiciones y cadencias sonoras hipnóticas. En la entrevista que el crítico e historiador Scott MacDonald le hizo para el quinto volúmen de su imprescindible serie A Critial Cinema. Interviews with Independent Filmmakers (California, 2006), Matthias Müller afirma cómo articula meticulosamente imágenes apropiadas para sugerir nuevos significados por asociación: “Es verdad que en mi trabajo, el cine narrativo y el cine experimental no tienen una relación antagónica, no son campos enemigos (…) Fundamentalmente, mi trabajo está marcado por un impulso por enfatizar asociaciones y espacios comunes, en vez de incrementar distancias.” Phoenix Tapes (1999) utiliza como materia prima escenas de cuarenta películas del director inglés Alfred Hitchcock para proponer un catálogo enciclopédico acerca de los motivos iconográficos y psicológicos que rigen el cine del maestro del suspense. Mirror (2005) se sirve de las consideraciones que Michelangelo Antonioni trató de introducir en su cine mediante reflexiones en voz alta como la siguiente frase: “The characters in a tragedy, the air they breathe, the settings, are sometimos more absorbing than the tragedy itself, as are the moments when the plot isa t a standsill, the dialogue is silenced”. Müller invoca estas perspectivas para emocionar con sus construcciones metafílmicas; hermosos collages fílmicos que se presentan como sobrecogedoras revisiones de la historia del cine. Relecturas intuitivas hechas de espejismos, pausas y tiempos muertos.
En las imágenes: Home Stories (1990) y Alpsee (1994).
Ahora mismo voy a la filmoteca a ver el programa 1 de Müller.
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