Publicado en BLOGS&DOCS (febrero 2008)
Mofarse de la Luna es un ejercicio disparatado que a nivel cinematográfico solo tiene motivo de ser en manos de cineastas incomformistas como Craig Baldwin. Este realizador norteamericano, adalid del underground y especialista en el reciclaje y el desmontaje de archivos cinematográficos ajenos, ha elaborado un nuevo largometraje heterodoxo de found footage solo apto para iniciados.
Continuando su reflexión sobre la representación cinematográfica de la Historia, Mock up on Mu (C. Baldwin, 2008) se presenta como un delirio audiovisual, una burla saturada de estímulos sensoriales que, situándose entre el biopic intransigente y la ciencia ficción paranoica, utiliza cierta mitología recóndita para construir una película inabarcable de dos horas de duración. Contextualizado geográficamente entre el pasado de una California espiritual y el futuro de un imperio llamado Mu (la Luna), el filme extiende sus coordenadas temporales entre finales de los años ’50 y el año 2019. Y lo hace para establecer vínculos personales y conceptuales entre Jack Parsons, L.Ron Hubbard, Marjorie Cameron y el más allá.
Partiendo de un argumento hiperbólico que configura un recorrido inverosímil por las actividades fantasiosas y el carácter excéntrico de estos tres personajes emblemáticos de la California contracultural de los años sesenta, Craig Baldwin mantiene el proceso creativo que ya demostraba en Spectres of the Spectrum (1999). Pero aquí la magnitud de la empresa sobredimensiona los efectos colaterales. Cruzando insistentemente recursos del cine de vanguardia, elementos del cine de ficción y residuos documentales, Craig Baldwin articula un discurso que, aprovechando material de segunda mano (todo tipo de filmaciones en 16mm posteriormente transferidas a video digital, pertenecientes a su colección de reportajes, filmes educacionales, industriales, cine de animación y títulos de serie B de ciencia ficción, entre muchos otros), introduce un conjunto de personajes de la historia reciente interpretados con mayor o menor fortuna por actores no profesionales. Kal Spelletich, Damon Packard y Michelle Silva son los encargados de encarnar respectivamente tres figuras como Jack Parsons (investigador de la tecnología aeroespacial, fundador del Jet Propulsion Lab, el Aerojet Corp. y seguidor del escritor ocultista Aleister Crowley), L.Ron Hubbard (escritor de ciencia ficción conocido por ser el fundador de la Dienética y la Cienciología) y la artista beatnik Marjorie Cameron (“la madre del movimiento New Age”).
Las creencias y las vivencias de los tres quedan insistentemente ensambladas a lo largo de trece capítulos diferenciados con intertítulos digitales, cuyo principio constructivo es la acumulación. Es así como la propuesta demuestra una metodología consecuente con el desarrollo argumental que atestigua: un amalgama de microhistorias que especulan sobre la militarización del espacio, los entresijos de religiones alternativas y la creencia en ocultismos por parte de vidas situadas al margen. El resultado es un híbrido imposible que contiene características narrativas del cine de género (ciencia ficción, terror, western, etc), recursos formales del cine de vanguardia (found footage heterogéneo hasta la extenuación) y dejes documentales (uso de archivo supuestamente concordante a las explicaciones de unas voces en off caveronsamente tendenciosas). Todo ello queda expuesto como un ejercicio de bricolaje, un collage audiovisual solucionado como un cuerpo ideológico radical donde, lúdicamente, se privilegia la festividad de las posibilidades del medio a la exposición fidedigna y coherente de los hechos recreados.
Con su nueva apuesta el realizador de San Francisco se aleja de la unidad formal de Tribulation 99: Alien Anomalies under America (1991) y del carácter documental de títulos anteriores como Sonic Outlaws (1995). La celebrada indagación por las conspiraciones y las intervenciones políticas de Estados Unidos en territorio Latinoamericano de la primera, y la documentación de la escena musical experimental de apropiación (por parte de gente como John Oswald o Negativland) de la segunda, dan paso a una ácida aglomeración de opciones fílmicas inclinadas hacia la ficción. Una ficción ya presente en Spectres of the Spectrum pero introducida ahora con mayor osadía. Con Mock up on Mu Craig Baldwin juega sin miramientos con todo lo que encuentra a su alrededor, reinventando conceptualmente su cine para dar con una estética realmente agotadora que no entiende de términos medios.